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Antonio Cánovas del Castillo. Ese día 10 de septiembre de 1877 también
hubo una gran fiesta en La Nava. Y ya en el almacén de vinos del marqués de
la Biesca, a la entrada de la estación, los monarcas e invitados departieron y
bebieron los finos verdejos y las soleras que han hecho famosa a la Nava
durante siglos.
No sabemos si aquel día los egregios visitantes jugarían al Tio Maragato pero
las crónicas del evento son suficientemente explicitas de un revelador
incidente, como cuenta Federico Carbonero.
/,Queréis saber lo que pasó? Pues os lo cuento fielmente como lo narra el
cronista:
"Varios coches particulares esperaban en la estación para conducir al Rey a
sus acompañantes a los salones del Consistorio, cuyo tránsito estaba
adornado con algunos arcos; mas el cochero que dirige en el que venía Don
Alfonso, ya por equivocar la ruta o por no dominar los caballos, arrancó por
diferentes calles y callejuelas perdiéndose por un momento la presencia del
Rey. Poco duró la sorpresa, pues luego apareció saliendo de la calle Pastores
a la de Trabancos... La venida de Don Alfonso Xll trajo una gracia a la
Nava, y fue el concederla por Real Decreto de 7 de diciembre de mismo año
de 1877 el título de Ciudad que desde entonces lleva."
Aquel dia estaban contentos los de la Nava. Corría el vino y la alegría, como
ahora, en que comienzan las fiestas. Atrás quedaban   las amarguras, los
desvelos, las desgracias, los malos ratos, los desastres naturales, las malas
cosechas, las plagas de langosta y de filoxera que padeció la Nava durante
años, o la caída de la torre, con la pérdida de los archivos históricos, que fue
peor que la propia peste que se cernía sobre el pueblo en algunas ocasiones y
que San Roque se encargaba de erradicar, que para eso era el patrón contra la
peste.
Pero los navarreses siempre se han caracterizado por su impronta, su trabajo y
su eficaz respuesta para superar los males. Siempre se han destacado por
manifestar su felicidad y su alegría, rebosante ahora en Los Novillos.
Porque estas fiestas son el cordón umbilical de los navarreses, de todos los
paisanos, las más importantes de todas, junto a las del 8 de diciembre, la
fiesta de la Concepción, que para eso este pueblo, este Ayuntamiento, fue el
más "lanzao" de España, y el primero que reconoció el 2 de diciembre de
1749, el Infalible Misterio de la Purísima Concepción, su Patrona. Lo
reconoció en un pleno incluso antes de que el Papa lo declarase como dogma.
¡Este es mi pueblo y ésos son alcaides y concejales con decisión.