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¿Y queréis saber como iban de arreglados? Pues para que os sintáis orgullosos
de La Nava y de la enorme proyección que tenia ya en aquellos años, los
ediles, según las crónicas, iban todos uniformemente vestidos y adornados con
trajes de griseta (que era una seda con flores y dibujos), de color musco (es
decir pardo oscuro). Llevaban sombreros con plumajes blancos y escarapelas
encarnadas, bolsas negras al pelo o peluquin, con lazos o sofocantes al cuello.
Llevaban botines blancos y joyas de diamantes, perlas y otras piedras
preciosas en el pecho izquierdo y al sombrero, cada uno con su caballo bien
aderezado y equipado, y con su volante al estribo...
También aparecían bien vestidos los veinticuatro invitados a la celebración.
Los alcaldes llevaban las varas de justicia y sujetaban las borlas del real
pendón que portaba el alférez mayor, Agustin García Carbonero. Todos
salieron festivamente en comitiva oficial, dando una vuelta a la Plaza,
comenzando por las casas del Ayuntamiento a la derecha, y yendo por la calle
las Eras, la calle Medina, la calle del Pan, las   del Ochavo, Trabancos y
Empedrada, hasta salir a la calle Majada, donde se hizo aclamación del rey
diciendo: ¡Escuchad, escuchad, escuchad!, ¡Por el rey nuestro señor
Fernando, Fernando, Fernando! y ¡Castilla, Castilla, Castilla! Y ese día hubo
también toros.
Y también los hubo cuando Manuel Godoy, el Principe de la Paz, primer
ministro de Carlos IV y árbitro de los destinos de España accedió a ser
nombrado regidor perpetuo de La Nava. Se registraron grandes festejos, con
iluminaciones especiales, cohetes voladores y novillos corridos por las calles.
Era el 12 de enero de 1801 cuando comunicó la noticia de que Godoy
aceptaba el nombramiento de regidor perpetuo de La Nava el ministro Pedro
Ceballos.
Por cierto, que el apellido Ceballos, como otros que figuran en mi
genealogía, como el de Duque, García y Monroy, son seculares de La Nava.
Precisamente la casa del Pozo Viejo que hace esquina con la Plazuela del
Castillo, era de Telesforo Ceballos. Allí se ocultaba el guerrillero de la Nava
F élix Nicolás Lafuemte López que luchó contra la invasión de los franceses,
en 1808, cuando fue apresado y posteriormente ejecutado.   El guerrillero
navarrés fue buscado durante años, junto a su amigo Sandalio Diez por todo
el pueblo. La Nava tuvo que soportar las vejaciones de los franceses que se
llevaron todo el dinero y las joyas que quisieron, además de grano y ganado
durante los largos años de ocupación. Como represalia por las muertes que el
guerrillero navarrés ocasionaba al ejército francés, que estuvo por estos pagos