IGLESIA PARROQUIAL DE LOS SANTOS JUANES
ARQUITECTURA
El Templo parroquial es el
resultado de diversas intervenciones que van desde comienzos del s. XVI hasta el
s. XVIII. La parte más antigua del edificio se corresponde con la cabecera y las
capillas laterales, fundadas por Juan Gil y Pedro González así como lo que hoy
se conoce como antesacristía. Esta parte gótico-tardía hay que atribuirla a
algunos maestros del primer tercio del siglo XVI, entre ellos Juan Campero. De
esta época es la ornamentación de medias bolas hispano-flamencas y los pináculos
que se aprecian en los contrafuertes de la cabecera.
A mediados del siglo XVI se decide proseguir la construcción y tras un largo
pleito entre Pedro de Lanestosa y Rodrigo Gil de Hontañón se le encomienda a
éste en 1560 la continuación de las obras, quien dará a la Iglesia la forma
característica que hoy tiene.
La planta del Templo presenta tres naves a la misma altura de cinco tramos y una
gran planta de salón rectangular. La cabecera es poligonal y está flanqueada por
pilares adornados hasta la mitad con rosetas de sesgo goticista.
Hontañón y sus aparejadores (Juan de Casares y Ruiz de Chartudi) serán los
encargados de acabar la obra, siendo Felipe de la Cajiga quien hará los
cerramientos en las bóvedas al estilo clasicista o romano distanciándose de los
planteamientos goticistas de Gil de Hontañón, ya muerto. La construcción se da
por finalizada en los primeros años del siglo XVII.
El 6 de abril de 1663 se cayó la torre hundiendo con ella la parte posterior de
la Iglesia así como el coro, archivo y órgano existentes. Se reconstruye la
parte caída y en 1702 Juan de Revilla acaba la torre que actualmente vemos.
RETABLO CENTRAL
La
construcción del retablo central de esta parroquia se otorgó a Francisco
Velázquez en 1611 bajo dos condiciones:
realizarlo bajo las trazas de Francisco de Mora, arquitecto de su Majestad, y
que la escultura la realizara Gregorio Fernández.
En 1623 se encomienda la pintura del retablo a Francisco Martínez, quien logra
un excelente policromado.
El retablo consta de dos cuerpos y ático que se adaptan a la forma poligonal de
la capilla mayor. El sistema de distribución de los cuerpos es el de alternar
relieves en las calles y estatuas dentro de las hornacinas de las entre calles.
En el banco se disponen los cuatro evangelistas y relieves de la Adoración
de los Pastores y los Reyes.
En el primer cuerpo se disponen cuatro apóstoles: Santiago, San Pedro, San Pablo
y San Andrés. Aparecen también dos relieves: el Bautismo de Cristo en el Jordán
y la predicación de Juan en el desierto.
El segundo cuerpo lleva en el centro a los Santos Juanes, titulares de la
parroquia. En los nichos se sitúan: San Agustín, San Gregorio, San Jerónimo y
San Ambrosio, con dos altorelieves inspirados en la Apocalipsis: la visión del
Señor rodeado de siete candelabros, la mujer y el dragón.
En el ático encontramos en la parte central el Calvario, en los nichos laterales
San Francisco y Santo Domingo, completando el conjunto las imágenes de San
Miguel y San Rafael así como dos figuras representando las Virtudes. En la parte
más alta del retablo aparece la figura del Padre Eterno con la bola del mundo en
la mano.
En el retablo, su escultura es una de las obras más importantes de Gregorio
Fernández. La presencia de obras de taller y la intervención de colaboradores no
aminora la presencia del gran artista castellano, pues todo parece diseñado por
él mismo.
LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
Representación
habitual del descendimiento en el que el cuerpo sin vida de Jesucristo aparece
flanqueado por siete personas, que de izquierda a derecha se pueden
identificar con: José de Arimatea, San Juan Evangelista, la Virgen, María
Cleofás, María Salomé, Nicodemo y, en posición arrodillada, María Maglalena. En
el suelo destaca la aparición de una calavera, que hace referencia al Monte
Calvario, a la vez que símbolo de la muerte del cuerpo humano.
El grupo escultórico presenta semejanzas notables con otro proveniente de la
Iglesia Parroquial de San Pablo de la Moraleja. Las similitudes estilísticas
permiten hablar de un solo autor, anónimo, que se viene en llamar Maestro de San
Pablo de la Moraleja. Posiblemente se trate de un autor de origen
germano-flamenco cuya identidad no ha sido posible determinar. Sin embargo a
pesar de las semejanzas entre ambos grupos escultóricos, este de Nava presenta
algunos rasgos que parece indicar una evolución en la forma de hacer del
artista. El tratamiento de la figura de Cristo ya está influido por la nueva
estética renacentista; la anatomía adquiere mayor vigor y han desaparecido en
buena medida las curvaturas de los miembros.
Es difícil precisar quién realizó el encargo y cuál sería su destino. El grupo
escultórico se puede fechar hacia 1510. Este se encuentra flanqueado por dos
pequeñas tallas de los donantes.
La que aparece rezando tras un reclinatorio presenta las mismas características
de estilo que el relieve y corresponde a un mismo
momento sin embargo la otra figura es más tardía y debió de realizarse a la vez
que el retablo que sirve de ensamblaje al grupo escultórico y que aparece
decorado en su totalidad por motivos
enacentistas.
CORO
Parte fundamental de
la Iglesia lo constituye la sillería del coro, de 48 unidades de madera de
nogal, profusamente decoradas con motivos vegetales. Fue construida en 1702 por
Pedro de Gamboa. Dentro de la monumentalidad del templo este espacio resalta
como un lugar para la contemplación y el recogimiento.
El fascistol es una muestra del buen hacer de los artistas. Los soportes del
mismo en forma de cabeza de águila dan una fuerza
expresiva 'a la proclamación de la Palabra hecha en él. En el fascistol podemos
observar dos cantorales de piel del siglo XVII, de los varios que hay en la
parroquia.
En el lateral del coro se encuentra el órgano del siglo XVIII que lleva la firma
de Antonio Pérez, importante organero. Es uno de los mejores de la provincia al
ser de los pocos que presenta doble teclado. El cargo de organista produjo un
importante número de legajos de composiciones musicales, muchas de las cuales
todavía se conservan.
SACRISTÍA
Fue construida
entre los años 1726 y 1733 bajo la dirección en un primero momento de Alberto de
Churriguera a quien se deben el planteamiento y las trazas generales así como la
elección de la cantera de la que se habría de extraer la piedra, en Cantalpino
(Salamanca). A partir de 1730, por divergencias en los honorarios de Churriguera,
la obra la continúa un aparejador suyo, Ignacio Arnaz, que hará los cerramientos
y la exhuberante decoración vegetal de los techos.
La sacristía es un salón rectangular, perfectamente proporcionado en donde hay
que destacar el abundante mobiliario: la cajonería (48 unidades), mesa de nogal
con tablero de pizarra, dos arcas de cofradías, espejos del siglo XVII, altar
relicario, diversos cuadros de pintura y tallas de los silgos XVI y XVII.
Es de destacar la exuberante decoración vegetal de las paredes y techos que
otorgan al recinto un aire de grandiosidad. La sacristía consta de un espacio
adyacente conocido como sala capitular donde destacan tres grandes armarios
empotrados y un espléndido lavabo de piedra. Todo ello hace de este espacio una
de las mejores sacristías de Castilla.
RETABLOS
Retablo de San
Antón, a la derecha del altar mayor. La talla de San Antón es posiblemente de
Diego de Acnique, uno
de los
mejores oficiales de Gregorio Fernández; es obra monumental y en sus dimensiones
nos evoca la imagen del Moisés de Miguel Angel.
Retablo-relicario, s. XVIII, ubicado a la izquierda del altar mayor. Constituye
un buen exponente de lo que fue la veneración de las reliquias de los santos.
Nuestra Señora de la Asunción, en la capilla de Juan Gil, en la parte izquierda.
Es un retablo renacentista de mediados del s. XVI con importantes pinturas en
tabla que representan escenas de la infancia del Señor. Tanto las pinturas como
la talla del retablo son de importante valor destacando la imagen de Ntra. Sra.
de la Asunción con clara influencia de la escultura de Juan de Juni.
En la capilla resalta las pechinas aconchadas y los nichos funerarios de la
familia Gil. Las techumbres, con excesivas nervaduras y ampliamente decoradas,
nos hablan de un gótico decadente propio del s. XVI.
En esta capilla se encuentra el sepulcro del Hno. Antonio a quien el pueblo de
Nava del Rey guarda piadoso recuerdo debido a su gran testimonio de caridad.
Retablos barrocos de San José y San Roque, s. XVIII, situados uno enfrente del
otro y que son absolutamente iguales.
En la parte derecha de la Iglesia y al final se encuentra un retablo barroco, s.
XVIII, que guarda la urna de Cristo Yacente. Tanto el Cristo como la urna que lo
contiene son de gran importancia artística. La imagen articulada de Cristo nos
habla de la presencia de los terciarios franciscanos quienes a través de la
Cofradía de la Misericordia rendían culto y veneración al cuerpo muerto del
Señor, especialmente el día de Viernes Santo.
A lo largo del Templo se encuentran importantes tallas de escultura
pertenecientes a los siglos XV-XVIII. Las más importantes de ellas se encuentran
recogidas en la Capilla Museo del Descendimiento.
Entre ellas destacamos:
- Cristo de Trabancos, s. XIV-XV.
- Virgen de Belén, s. XV.
- San Miguel, de Alejandro Carnicero, s. XVIII.
- Varias obras atribuidas a Luis Salvador Carmona, escultor del s. XVIII natural
de Nava del Rey.